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Sus víctimas
no fueron torturadas, no murieron, les pasó algo mucho peor… él es el origen de
su miedo. Con un poco de imaginación, puedes ser capaz de figurarte que tu peor
pesadilla se repite una y otra vez. ¿Es un sueño o es la realidad? Esa es la
pregunta que se hacen sus víctimas.
Sebastian Fitzek, juega
con el subsconciente, los recuerdos y la capacidad de la hipnosis. Nos
introduce de súbito en la historia, llevándote sin descanso por este laberinto
de terror, en la que la respiración va cada vez más deprisa. Ellos deben adivinar
los acertijos que le va dejando el Destructor de almas, porque esto no es un
juego, y de ello dependen sus vidas; nada es lo que parece, ni nadie.
Los acontecimientos
traumáticos dejan huella, no solo en las personas, sino en la materia que le
rodea; y en función de la sensibilidad de quienes le rodean puede provocar
angustia, estremecimiento o terror, y puede que todos estos sentimientos a la
vez. Eso es lo que provoca este centro psiquiátrico y puede que también, este libro en el lector.
En
esta novela Fitzek te lanza de cabeza al
infierno y luego cierra la puerta.
Muchos hablan de él como el
maestro actual del terror psicológico en Alemania, francamente, yo no se
si esto es cierto, lo que si puedo deciros es que es uno de los mejores libros
de intriga que he leído en mucho tiempo. Su estilo y su manera de escribir aportan
una gran dosis de tensión y misterio a la historia y una vez que empiezas la
lectura es difícil abandonarla. Que lo disfrutéis, si podéis.
“El estilo sofisticado y la prosa de tono perfecto introducen al lector en un mundo oscuro y apasionante”.
John Katzenbach, autor de El psicoanalista
“Ingenioso,
excitante, cruel. La revelación del año.”
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