Robert
Rotenberg nació en 1953. Él no
recuerda un solo momento en que no estuviera pensando en historias y luego
escribirlas. Cuando tenía siete, años su hermano mayor tenía una máquina de
escribir portátil que le encantaba. Se deslizaba a su habitación para usarla.
Leía todos los libros que sus hermanos mayores tenían en sus habitaciones.
Cuando tenía
15 años, envió un cuento a la revista New Yorker, conservó la carta de rechazo
durante más de un año. En el siguiente año escribió su primer guión de película.
Después de
estudiar Literatura inglesa en la Universidad de Toronto, tomó un año sabático
para conducir un taxi, pasar el rato y escribir un libro.
Se fue a
Europa y obtuvo un master en Derecho Internacional de la “London School of
Economics”; tuvo la posibilidad de viajar por toda Europa gracias a varias
becas. Las influencias de la profesión legal en la esfera literaria son
evidentes a lo largo de su carrera.
En París, trabajó
como jefe de redacción de una revista, “Pasión, La Revista de París”. Cuando
regresa a Canadá, él y un socio, fundan “la revista de Toronto”, que
duró unos seis años. Después de breves períodos trabajando en la radio y televisión, decide dar un cambio a su vida y comienza su práctica
como abogado penalista. Y en este momento también comienza a escribir de nuevo.
Una vez que
termina su primer libro, Douglas Preston, amigo de la familia, le presenta a Victoria
Skurnick Levine, agente literaria. Ella
leyó el libro durante la noche, y al día siguiente le contestó. A las pocas
semanas el libro se vendía en más de veinte países en todo tipo de idiomas,
incluyendo español, francés, italiano, alemán, polaco, hebreo y japonés, y un
acuerdo para un libro audio.
Según él “Sigo practicando la ley penal , la crianza
de nuestros hijos, y , por suerte , escribiendo cada momento que pueda”.
Con su primera
novela, este abogado criminalista ya se ha convertido en el cronista más lúcido
de la ciudad canadiense. Como no podía ser de otra manera, la trama de Caso
cerrado (Old City Hall, 2009), gira en torno al antiguo
Ayuntamiento, convertido en los 60 en la sede de los tribunales de
Ontario.
Hola bloger@s y nosololeo si es que hay gente que tiene tiempo de hacer de todo y además persigue su sueño sin abandonarlo, son ejemplos a seguir.
ResponderEliminarMuy interesante y su primer libro muy aconsejable.
Hasta una próxima visita.