RESEÑA, LA SOLUCIÓN FINAL

MICHAEL CHABON

“La solución final” es una novela corta del escritor estadounidense Michael Chabon publicada en 2004.

La trama nos sitúa en el sudeste de Inglaterra en el verano de 1944, un anciano, del que nunca conoceremos su nombre, de 89 años vive solo en su casa, en la tranquilidad de la campiña inglesa. Le gustan las abejas y resolver misterios.

Desde su ventana ve a un niño que se acerca a las vías, hay en él algo extraño y atrayente al mismo tiempo. Ese niño se llama Linus, es mudo, va acompañado de un loro llamado Bruno, que sí habla y lo más increíble es que lo hace en alemán; el anciano escucha una serie de números, pero si encierran algún significado o son dichos al azar lo desconoce. La intriga se aviva en él y desea saber más sobre ese chico y su loro.

El niño vive en casa de los Panicker, donde además del señor Panicker que es el vicario, se encuentra su mujer, su hijo Reggie un hombre bastante problemático, el señor Shane que acaba de alquilar una habitación y el otro inquilino el señor Parkins.

Todo transcurre muy rápidamente, tan pronto nos presentan a Shane como aparece muerto, y a eso se añade la desaparición del loro, por todo ello el misterio de lo que el pájaro dice adquiere un matiz diferente.

La verdad es que después de terminar la historia aún estoy pensando en lo que ha querido transmitir con la misma el escritor, sentí que faltó algo, o al menos para mí.

La prosa es rica y delicada, te sumerge entre las palabras, te cautiva con sus giros y sus expresiones, me gusta como lo cuenta, pero el problema es que parece que no te lleva a ningún sitio.

Todos los personajes tienen en común un halo de tristeza, parecen perdedores, inadaptados, gente que no tiene sitio en este mundo, aunque tampoco se detiene en sus descripciones y solo quedan esquematizados.

No hay una solución al misterio, porque hay cosas que no se pueden explicar ni comprender, igual que nadie supo ver o intuir en aquella época lo que iban a hacer los nazis con aquellos trenes, que parece ser, es una de las direcciones hacia las que te lleva el loro Bruno y su retahíla de palabras.

“La solución final”, una pequeña novela con una prosa cuidada y preciosa pero que se escurre entre las manos como si fuera agua, dejándome casi igual que estaba cuando comencé su lectura.

“con cada paso el niño hacía una marca con la punta del pie en el lecho de las vías, como si estuviera midiendo su viaje con señales meticulosas de sus punteras sobre la grava.”

“la densidad de su silencio sugería algo más que la mera falta de voluntad de hablar.”

 “No tenía exactamente miedo de morir, pero había eludido la muerte durante tantos años que esta había llegado a resultarle formidable simplemente por aquel largo acto de evasión.”

“Había veces en que el mero hecho de que alguien adivinara nuestra tristeza podía constituir por sí mismo una especie de consuelo tosco.”